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viernes, 25 de diciembre de 2009

Erich Fromm

Erich Fromm nació en Frankfurt, Alemania en 1900. Su padre era un hombre de negocios y, según Erich, más bien colérico y con bastantes cambios de humor. Su madre estaba deprimida con frecuencia. En otras palabras, como con unos cuantos de los autores que hemos revisado en este libro, su infancia no fue muy feliz que digamos.
Como Jung, Erich provenía de una familia muy religiosa, en este caso de judíos ortodoxos. El mismo se denominó más tarde un “místico ateo”.
En su autobiografía, Beyond the Chains of Illusion (Más Allá de las Cadenas de la Ilusión) Fromm habla de dos eventos acontecidos en su adolescencia temprana que le condujeron hacia este camino.
El primero tiene que ver con un amigo de la familia:
Tendría ella más o menos como unos 25 años; era hermosa, atractiva y además pintora; la primera pintora que conocía. Recuerdo haber escuchado que había estado comprometida pero luego de un tiempo había roto su compromiso; recuerdo que casi siempre estaba en compañía de su padre viudo. A él le recuerdo como un hombre insípido, viejo y nada atractivo; algo así (quizás porque mi juicio estaba basado de alguna manera por los celos). Entonces un día oí la tremenda noticia: su padre había muerto e inmediatamente después ella se había suicidado, dejando un testamento que estipulaba que su deseo era ser enterrada al lado de su padre (p. 4 en inglés).
Como pueden imaginar, esta noticia sorprendió al joven Erich, en ese momento con 12 años, y le lanzó a esa pregunta que muchos de nosotros nos haríamos: “¿por qué?”. Más tarde, encontraría algunas respuestas (parcialmente, como admitió) en Freud.
El segundo evento fue incluso más fuerte: la Primera Guerra Mundial. A la tierna edad de 14 años, pudo darse cuenta de hasta dónde podía llegar el nacionalismo. A su alrededor, se repetían los mensajes: “Nosotros (los alemanes, o mejor los alemanes cristianos) somos grandes; Ellos (los ingleses y aliados) son mercenarios baratos”. El odio, la “histeria de guerra”, le asustó, como debía pasar.
Por tanto, se encontró nuevamente queriendo comprender algo irracional (la irracionalidad de las masas) y halló algunas respuestas, esta vez en los escritos de Karl Marx.
Para finalizar con la historia de Fromm, recibió su doctorado en Heidelberg en 1922 y empezó su carrera como psicoterapeuta. Se mudó a los EEUU en 1934 (¡una época bastante popular para abandonar Alemania!), estableciéndose en la ciudad de Nueva York, donde conocería muchos de los otros grandes pensadores refugiados unidos allí, incluyendo a Karen Horney, con quien tuvo un romance.
Cerca del final de su carrera, se mudó a ciudad Méjico para enseñar. Ya había hecho un considerable trabajo de investigación sobre las relaciones entre la clase económica y los tipos de personalidad de allí. Murió en Suiza en 1980.
Teoría
Tal y como se sugiere en su biografía, la teoría de Fromm es más bien una combinación de Freud y Marx. Por supuesto, Freud enfatizó sobre el inconsciente, los impulsos biológicos, la represión y demás. En otras palabras, Freud postuló que nuestro carácter estaba determinado por la biología. Por otro lado, Marx consideraba a las personas como determinados por su sociedad y más especialmente por sus sistemas económicos.
Fromm añadió a estos dos sistemas deterministas algo bastante extraño a ellos: la idea de libertad. Él animaba a las personas a trascender los determinismos que Freud y Marx les atribuían. De hecho, Fromm hace de la libertad la característica central de la naturaleza humana.
Como dice el autor, existen ejemplos donde el determinismo opera en exclusividad. Un buen ejemplo sería el determinismo casi puro de la biología animal, al igual que dice Freud, por lo menos aquellas especies simples. Los animales no están ocupados en su libertad; sus instintos se hacen cargo de todo. La marmota, por ejemplo, no necesita un cursillo para decidir que van a ser cuando sean mayores; ¡serán marmotas!.
Un buen ejemplo de determinismo socio-económico (al igual que considera Marx), es la sociedad tradicional de la Edad Media. De la misma manera que las marmotas, pocas personas de esta etapa necesitaban consultorías profesionales: tenían el destino; esa Gran Cadena del Ser, para decirles qué hacer. Básicamente, si tu padre era un labrador, tú serías labrador. Si tu padre era rey, tú también llegarías a serlo. Y si eras una mujer, bueno, solo existía un papel para la mujer.
En la actualidad, miramos la vida de la Edad Media o vemos la vida como un animal y simplemente nos encogemos de miedo. Pero la verdad es que la falta de libertad representada por el determinismo social o biológico es fácil: tu vida tiene una estructura, un significado; no hay dudas, no hay motivo para la búsqueda de un alma; simplemente nos adaptamos y nunca sufrimos una crisis de identidad.
Históricamente hablando esta simple pero dura vida empieza a perfilarse durante el Renacimiento, donde las personas empiezan a considerar a la humanidad como el centro del universo, en vez de Dios. En otras palabras, no solamente nos llevamos de ir a la iglesia (o a cualquier otra institución tradicional) para buscar el camino que vamos a seguir. Después vino la Reforma, que introdujo la idea de cada uno de nosotros éramos responsables individualmente de la salvación de nuestra alma. Y luego sobrevinieron las revoluciones democráticas tales como la Revolución Americana y la Francesa. En este momento parece que estamos supuestos a gobernarnos a nosotros mismos. Posteriormente vino la Revolución Industrial y en vez de trillar los cereales o de hacer cosas con nuestras manos, teníamos que vender nuestro trabajo a cambio de dinero. De repente, nos convertimos en empleados y consumidores. Luego vinieron las revoluciones socialistas tales como la rusa y la china, que introdujeron la idea de la economía participativa. Además de ser responsable de tu manutención, tenías que preocuparte de tus empleados.
Entre 1957 y 1961 Fromm compaginó su actividad en la UNAM con una cátedra en la Michigan State University. En 1965 se retiró; tras unos años de viaje, en 1974 se instaló en Muralto, en Suiza. Murió en su hogar cinco días antes de su octogésimo cumpleaños.

Obras principales:

• Erich Fromm: una escuela de vida
• Las cadenas de la ilusión: una autobiografía intelectual
• ¿Podrá sobrevivir el hombre?
• Del tener al ser
• El amor a la vida
• El arte de amar
• La vida auténtica
• El arte de escuchar
• El dogma de cristo
• El humanismo como utopía real
• El miedo a la libertad
• Espíritu y sociedad
• Ética y política
• La atracción de la vida
• La condición humana actual
• La crisis del psicoanálisis
• La patología de la normalidad
• Lo inconsciente social
• Sobre la desobediencia
• Y seréis como dioses
• Anatomía de la destructividad humana
• El corazón del hombre: su potencia para el bien y para el mal
• Ética y psicoanálisis
• Grandeza y limitaciones del pensamiento de Freud
• La misión de Sigmund Freud: su personalidad e influencia
• La revolución de la esperanza: hacia una tecnología humanizada
• La sociedad industrial contemporanea
• Marx y su concepto del hombre
• Psicoanálisis de la sociedad contemporánea: hacia una sociedad sana
• Sociopsicoanálisis del campesino mexicano: estudio de la economía y la psicología de una comunidad rural
• El lenguaje olvidado
• Psicoanálisis y Religión

Apotaciones:
Así, tras casi 500 años, la idea del individuo, con pensamientos, sentimientos, consciencia moral, libertad y responsabilidad individuales, se estableció. Pero junto a la individualidad vino el aislamiento, la alienación y la perplejidad. La libertad es algo difícil de lograr y cuando la tenemos nos inclinamos a huir de ella.
Fromm describe tres vías a través de las cuales escapamos de la libertad:
Autoritarismo. Buscamos evitar la libertad al fusionarnos con otros, volviéndonos parte de un sistema autoritario como la sociedad de la Edad Media. Hay dos formas de acercarse a esta postura: una es someterse al poder de los otros, volviéndose pasivo y complaciente. La otra es convertirse uno mismo en un autoritario. De cualquiera de las dos formas, escapamos a una identidad separada.
Fromm se refiere a la versión más extrema de autoritarismo como masoquismo y sadismo y nos señala que ambos se sienten compelidos a asumir el rol individualmente, de manera que aunque el sádico con todo su aparente poder sobre el masoquista, no es libre de escoger sus acciones. Pero existen posturas menos extremas de autoritarismo en cualquier lugar. En muchas clases, por ejemplo, hay un contrato implícito entre estudiantes y profesores: los estudiantes demandan estructura y el profesor se sujeta en sus notas. Parece inocuo e incluso natural, pero de esta manera los estudiantes evitan asumir cualquier responsabilidad en su aprendizaje y el profesor puede evadirse de abordar las cuestiones verdaderamente de interés en su campo.
Destructividad. Los autoritarios viven una dolorosa existencia, en cierto sentido, eliminándose a sí mismos: ¿si no existe un yo mismo, cómo algo puede hacerme daño?. Pero otros responden al dolor volviéndolo en contra del mundo: si destruyo al mundo, ¿cómo puede hacerme daño?. Es este escape de la libertad lo que da cuenta de la podredumbre indiscriminada de la vida (brutalidad, vandalismo, humillación, crimen, terrorismo…).
Fromm añade que si el deseo de destrucción de una persona se ve bloqueado, entonces puede redirigirlo hacia adentro de sí mismo. La forma más obvia de auto destructividad es por supuesto, el suicidio. Pero también podemos incluir aquí muchas enfermedades como la adicción a sustancias, alcoholismo o incluso la tendencia al placer de entretenimientos pasivos. Él le da una vuelta de tuerca a la pulsión de muerte de Freud: la auto destructividad es una destructividad frustrada, no al revés.
Conformidad autómata. Los autoritarios se escapan de su propia persecución a través de una jerarquía autoritaria. Pero nuestra sociedad enfatiza la igualdad. Hay menos jerarquía en la que esconderse que lo que parece (aunque muchas personas las mantienen y otras no). Cuando necesitamos replegarnos, nos refugiamos en nuestra propia cultura de masas. Cuando me visto en la mañana, ¡hay tantas decisiones que tomar!. Pero solo necesito ver lo que tienes puesto y mis frustraciones desaparecen. O puedo fijarme en la TV que, como un horóscopo, me dirá rápida y efectivamente qué hacer. Si me veo como…, si hablo como…, si pienso como…, si siento como…cualquier otro de mi sociedad, entonces pasaré inadvertido; desapareceré en medio de la gente y no tendré la necesidad de plantearme mi libertad o asumir cualquier responsabilidad. Es la contraparte horizontal del autoritarismo.
La persona que utiliza la conformidad autómata es como un camaleón social: asume el color de su ambiente. Ya que se ve como el resto de los demás, ya no tiene que sentirse solo. Desde luego no estará solo, pero tampoco es él mismo. El conformista autómata experimenta una división entre sus genuinos sentimientos y los disfraces que presenta al mundo, muy similar a la línea teórica de Horney.
De hecho, dado que la “verdadera naturaleza” de la humanidad es la libertad, cualquiera de estos escapes de la misma nos aliena de nosotros mismos. Como lo dice Fromm:
El hombre nace como una extrañeza de la naturaleza; siendo parte de ella y al mismo tiempo trascendiéndola. Él debe hallar principios de acción y de toma de decisiones que reemplacen a los principios instintivos. Debe tener un marco orientativo que le permita organizar una composición consistente del mundo como condición de acciones consistentes. Debe luchar no solo contra los peligros de morir, pasar hambre y lesionarse, sino también de otro peligro específicamente humano: el de volverse loco. En otras palabras, debe protegerse a sí mismo no solo del peligro de perder su vida, sino de perder su mente.
Fromm afirma en su obra "El Corazón del Hombre", que el hombre actual se caracteriza por su pasividad y se identifica con los valores del mercado porque el hombre se ha transformado a sí mismo en un bien de consumo y siente su vida como un capital que debe ser invertido provechosamente. El hombre se ha convertido en un consumidor eterno y el mundo para él no es más que un objeto para calmar su apetito.
Según el autor, en la sociedad actual el éxito y el fracaso se basa en el saber invertir la vida. El valor humano, se ha limitado a lo material, en el precio que pueda obtener por sus servicios y no en lo espiritual (cualidades de amor, ni su razón, ni su capacidad artística). La autoestima en el hombre depende de factores externos y de sentirse triunfador con respecto al juicio de los demás. De ahí que vive pendiente de los otros, y que su seguridad reside en la conformidad; en no apartarse del rebaño. El hombre debe estar de acuerdo con la sociedad, ir por el mismo camino y no apartarse de la opinión o de lo establecido por ésta.
La sociedad de consumo para funcionar bien necesita una clase de hombres que cooperen dócilmente en grupos numerosos que quieren consumir más y más, cuyos gustos estén estandarizados y que puedan ser fácilmente influidos y anticipados. Este tipo de sociedad necesita hombres que se sientan libres o independientes, que no estén sometidos a ninguna autoridad o principio o conciencia moral y que no obstante estén dispuestos a ser mandados, a hacer lo previsto, a encajar sin roces en la máquina social. Los hombres actuales son guiados sin fuerza, conducidos sin líderes, impulsados sin ninguna meta, salvo la de continuar en movimiento, de avanzar. Esta clase de hombre es el autómata, persona que se deja dirigir por otra.
El humano, debe trabajar para satisfacer sus deseos, los cuales son constantemente estimulados y dirigidos por la maquinaria económica. El sujeto automatizado se enfrenta a una situación peligrosa, ya que su razón se deteriora y decrece su inteligencia, adquiriendo la fuerza material más poderosa sin la sabiduría para emplearla.
El peligro que el autor ve en el futuro del humano es que éstos se conviertan en robots. Verdad es que los robots no se rebelan. Pero dada la naturaleza del humano, los robots no pueden vivir y mantenerse cuerdos. Entonces buscarán destruir el mundo y destruirse a sí mismos, pues ya no serán capaces de soportar el tedio de una vida falta de sentido y carente por completo de objetivos.
Para superar ese peligro el autor dice que se debe vencer la enajenación, debe vencer las actitudes pasivas y orientadas mercantilmente que ahora lo dominan y elegir en cambio una senda madura y productiva. Debe volver a adquirir el sentimiento de ser él mismo y retomar el valor de su vida interior.
Dos libros son particularmente importantes para conocer el pensamiento del sabio han alemán, el primero es El miedo a la libertad y el segundo es El corazón del hombre, en ellos se manifiesta inconforme con su pertenencia a una “escuela” nueva de psicoanálisis, para concluir diciendo que él propone una estructura filosófica de referencia diferente, la del Humanismo dialéctico. A pesar de esto, se considera que los libros "El Miedo a la libertad", "Etica y Psicoanalisis" y "Psicoanalisis de la sociedad contemporánea" presentan también una continuidad en lo que atañe al pensamiento psicológico de Erich Fromm, además de que en la obra "Psicoanálisis de la sociedad contemporanea" funda lo que él llama el psicoanalisis humanista, mientras que en "Etica y Psicoanálisis" sustituye el sistema Freudiano de desarrollo de la libido por uno que se basa en los procesos de asimilación y socialización del individuo. ÉL mismo menciona al principio de "Etica y Psicoanálisis" que es menester leer ese libro junto con "Miedo a la libertad" para comprender completamente su caracterología.
Fromm dice en el prefacio de El Corazón del hombre que El miedo a la libertad fue el fruto de su experiencia clínica y de la especulación teórica para comprender tanto a la libertad, como a la agresión y al instinto destructor. El pensador distingue entre la agresión al servicio de la vida, biofilia, y la necrofilia o agresión al servicio de la muerte.
En un libro previo, El arte de amar, Fromm analizó la capacidad de amar y por el contrario El corazón del hombre tiene como eje la enunciación y caracterización de dos síndromes, el de crecimiento (amor a la vida, a la independencia y la superación del narcisismo) y el de decadencia (amor a la muerte, a la simbiosis incestuosa y al narcisismo maligno)
Para Fromm que vivió en plena Guerra Fría, ésta es el reflejo del Síndrome de Decadencia, pues a pesar del enorme riesgo de muerte, prevalece el odio inspirado en un narcisismo maligno, suicida, se impone entre los gobierno de las superpotencias.
A Fromm le interesa la visión de Hobbes en el sentido de que el hombre es lobo del hombre, pero al mismo tiempo, destaca la inclinación humana al autosacrificio. Se pregunta respecto de esta condición dual si es el hombre lobo o cordero de sí mismo. En busca de una respuesta recurre al Nuevo Testamento para concluir finalmente que este libro refleja tanto una condición como la otra, luego concluye que el hombre es a la par lobo y cordero.

Teoria critica

Se denomina Teoría crítica a las teorías del conjunto de pensadores de diferentes disciplinas asociados a la Escuela de Frankfurt: Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Marcuse, Jürgen Habermas, Oskar Negt o Hermann Schweppenhäuser, entre otros.
Hay que dejar claro que aún cuando Walter Benjamin mantuvo un contacto intelectual muy cercano con Adorno y Horkheimer, no fue parte de la llamada Escuela de Frankfurt formalmente, ya que se le negó su ingreso al Instituto de Frankfurt, muy posiblemente por su condición de judío en una Alemania convulsionada por el periodo de entreguerras.
En términos generales, caracteriza a la “Teoría crítica” el rechazo por la justificación de la realidad sociohistórica presente por considerarla injusta y opresora (“irracional”), postulando en su lugar, la búsqueda de una nueva realidad más racional y humana.
Horkheimer, Adrono y Marcuse definieron a la “Teoría crítica” como el opuesto a la “Teoría tradicional”. Para comprender este enfoque es necesario retroceder en el tiempo hasta Platón.
Desde una perspectiva platónica, la teoría tradicional puede concebirse como:
1.Pura contemplación (separada de toda praxis)
2.Desinteresada
3.Opera por derivación a partir de principios generales y últimos
4.Presupone identidad e inmediatez (sujeto-objeto) y adecuación (concepto-cosa)
Estas formas fueron rechazadas por la Escuela de Francfort, e incluso rechazaron también a Hegel respecto a su identificación del sujeto-objeto, racional-real, concepto-realidad (teoría de la identidad). En parte aceptaban cierto irracionalismo en la historia, pero no al punto de Kierkegaard, o de Nietzsche o Bergson: en síntesis, nunca se alejaron de los procedimientos racionales de acceso a la realidad. La racionalidad crítica, se eleva pues, en un punto intermedio entre el idealismo de la razón hegeliano y el irracionalismo. Se trata de una teoría que aspira a denunciar la irracionalidad en la historia y en la sociedad.

Antecedentes de la modernizacion

Antecedentes de la modernizacionLa crisis de la modernidad y su transformación en pensamiento único tras la caída del muro de Berlín (1989) ha ido provocando un debate cada vez mayor en la materia. Sumado al aumento del interés por la ecología y otras revoluciones paradigmáticas (femenina, política, etnicismos, etc), ya no se entiende modernización como un telos, una suerte de paraíso industrial, sino que es analizado críticamente también siendo abandonados en muchos lados la idea de un desarrollo homogéneo. La devastación de África, el estancamiento de Latinoamérica y el atrincheramiento de parte de Asia son ejemplos de aquello, sin contar las propias crisis internas que viven los países del primer mundo. En las teorías actuales se pueden citar los trabajos de Immanuel Wallerstein y su teoría de sistema-mundo que entiende la tendencia a globalizar procesos sin resolver las desigualdades y riesgos sociales.
Muchas de estas tesis son tomadas por movimientos anti-globalización y ecologistas y también pueden ser empalmadas por tesis más agresivas contra el capitalismo como las de Michael Hardt o Antonio Negry.
Durante los años 30, se desató una crisis económica global que ocasionó el derrumbamiento de las economías mundiales, incluyendo la de Estados Unidos, produciendo lo que se llamó "La Gran Depresión." En ese momento, la gran mayoría de los economistas reconocieron su fracaso al no poder explicar las razones del desempleo y de las continuas crisis económicas que afectaron a todos los países.
Con la depresión en pleno desarrollo, Keynes estudia el problema y desarrolla una teoría que publica en 1936 en su libro "The General Theory of Employment, Interest and Money" (La Teoría general del Empleo, los Intereses y el Dinero) . El concepto básico era, que una demanda agregada insuficiente era la causa del desempleo. Esa era una idea nueva y que contradecía las opiniones oficiales. Para entonces, las teorías económicas oficiales estaban basadas en el concepto de que debería haber un equilibrio entre la oferta y la demanda. La nueva propuesta de Keynes se basaba en otro equilibrio, en el equilibrio entre ingresos y gastos, entre la renta y la demanda agregada. Para poner en práctica tal teoría, estando en una etapa de recesión mundial sin precedentes, que causaba cientos de miles de desempleados diariamente en el mundo, los gobiernos debían promover la intervención estatal en la vida económica, con el propósito de lograr el pleno empleo. El costo era el endeudamiento, que convirtió a algunos países tradicionalmente acreedores, en deudores.

La recuperación económica: Al finalizar la guerra, los beligerantes debieron refundar sus industrias, que estaban destruidas. Pero la situación no ayudaba: el endeudamiento y la falta de exportaciones producían la falta de capital en las economías europeas. Europa había pasado de ser acreedora a deudora de América. La competencia de Estados Unidos y Japón desestabilizaba el nuevo comercio mundial. La crisis afectó sobre todo a la minería y la industria del carbón, que fue suplantado por la energía petrolera y eléctrica. Los países más afectados fueron Francia, Bélgica, Rusia y los Balcanes, territorios donde se habían desarrollados las batallas. Las nuevas corrientes industriales que se impusieron entonces fueron las propuestas por dos industriales norteamericanos: el Taylorismo (propuesta por Federico Taylor) y el Fordismo (ideada por Henry Ford). El primero se basaba en la organización científica del trabajo, por el cual se especializaban las funciones, se dividían las tareas y se estudiaban los tiempos de producción.
Tras estudiar las industrias del acero norteamericanas, Taylor propuso simplificar las operaciones, lo que abrió el camino para la invención de nuevas maquinas que reemplazaron a los humanos. El Fordismo propuso la línea de producción, que se basaba en la transportación de las piezas mecánicas por medio de unas cintas, lo que aceleraba el trabajo de los obreros. Estas dos teorías produjeron el resurgimiento de la producción masiva. Estas dos hipótesis fueron las implementadas por las potencias europeas para reactivar la economía. Sin embargo, esta implementación produjo gran malestar en la clase obrera, que se vio relegada a un segundo plano, y la cual sufrió numerosos despidos.
El país que más sufrió la crisis económica fue sin dudas Alemania, quien debía abonar las indemnizaciones por la guerra.

Modernizacion

La modernización es un proceso socio-económico de industrialización y tecnificación. A diferencia de la modernidad o el modernismo es, usando el concepto de Jacques Derrida, un estado siempre porvenir, cuyo fin es llegar a la modernidad.


El marxismo entendía la modernización al alero de la experiencia de los socialismos reales; pero desde los años 60 entró en una crisis en la cual ya no podía explicar la modernización sin la estructura del capitalismo liberal


Si hay un rasgo distintivo en los trabajos contemporáneos sobre modernización, es su análisis metódico sobre la crisis ecológica, la globalización y sus consecuencias y la crisis estructural de la modernidad en un momento histórico llamado posmodernidad o modernidad reflexiva, según el enfoque metodológico. En otras palabras, la destrucción de la utopía de las promesas de la modernización. Fue Ulrich Beck con Sociología del Riesgo (1986) quien, desde una perspectiva más optimista, dio la alarma de repensar el estudio social y que las ideologías del pasado ya no podrían explicar por sí solas el mundo, debido al daño ecológico, la crisis del trabajo, el feminismo naciente, el cambio cultural entre otros fenómenos. Desde una perspectiva más crítica se han sumado una serie de movimientos sociales e intelectuales quienes piden el fin del neoliberalismo o, en algunos casos, del mismo sistema capitalista + Ecologico.

Capitalismo

El capitalismo es un sistema económico en el que los seres humanos y las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante transacciones en las que intervienen los precios y los mercados.
Surgió Europa en el siglo XVI y reconocido al menos, de tres formas diferentes dependiendo la importancia en la consideración de ciertas características como determinantes o intrínsecas desde enfoques respectivamente políticos, culturales y sociales, sin que esto implique una exclusión mutua de las diferentes definiciones.
En cada caso existe una referencia en el origen etimológico de la palabra capitalismo a la idea de capital, y estas referencias son codependientes: quienes crean o adquieren capital permanecen como propietarios (capitalistas) durante el proceso de producción; la rentabilidad del capital invertido en un libre mercado de productos y servicios es el eje central de la vida económica.
Estas definiciones serían:
• El régimen económico en el cual la titularidad de los medios de producción es privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes de capital industrial basado en la propiedad privada.
• La estructura económica en la cual los medios de producción operan principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos se racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital.
• El orden económico en el cual predomina el capital sobre el trabajo como elemento de producción y creación de riqueza, sea que dicho fenómeno se considere como causa o como consecuencia del control sobre los medios de producción por parte de quienes poseen el primer factor.
Salvo en su específica combinación ninguna de las siguientes características es exclusiva del capitalismo: la motivación basada en el cálculo costo-beneficio dentro de una economía de intercambio basada en el mercado, el énfasis legislativo en la protección de un tipo específico de apropiación privada (en el caso del capitalismo particularmente lockeana), o el predominio de las herramientas de producción en la determinación de las formas socioeconómicas. Así, sólo el conjunto codependiente de tales características puede ser considerado un sistema capitalista, organizativamente en torno a las relaciones sociales que produce en determinados espacios, independientemente se vea de forma favorable o no, sería:
• El sistema económico en el cual las relaciones sociales de producción y el origen de la cadena de mando –incluyendo la empresaria por delegación– se establece desde la titularidad privada y exclusiva de los accionistas de una empresa en función de la participación en su creación en tanto primeros propietarios del capital. La propiedad y el usufructo queda así en manos de quienes adquirieron o crearon el capital volviendo interés su óptima utilización, cuidado y acumulación, con independencia de que la aplicación productiva del capital se genere mediante un trabajo colectivo y conjunto, material e inmaterial, por cada uno de los actores de la misma empresa.
Por extensión se denomina capitalista a la clase social más alta de este sistema económico un claro ejemplo es la burguesía, o bien a la forma común que tendrían los intereses individuales de los propietarios de capital en tanto accionistas y patrones de empresas; también se denomina capitalismo a todo el orden social y político (legislación, idiosincrasia, etc.) que orbita alrededor del sistema y a la vez determina estructuralmente las posibilidades de su contenido.
Para definir al capitalismo es necesario describir todos sus principios básicos, ya que si bien existe un consenso sobre su definición, este es de un nivel muy básico y suelen confundirse las características atribuidas al capitalismo (algunas suelen ser erróneas) con el capitalismo como sistema.

Herbert Marcuse

Nació en Berlín, 19 de julio de 1898, sirvió como soldado en la primera Guerra Mundial y participó posteriormente en la revolución socialista que fue aplastada por las fuerzas de la República de Weimar.

Después de completar sus estudios en la Universidad de Friburgo de Brisgovia en 1922, regresó a Berlín, donde trabajó como vendedor de libros. Regresó a Friburgo en 1929 para escribir una «habilitación» (disertación de profesor) con Martin Heidegger.

En 1933, debido a que no le sería permitido por ser judío completar su proyecto bajo el régimen nazi, Herbert empezó a trabajar en el Instituto de Investigación Social en Frankfurt del Meno y, junto con Max Horkheimer y Theodor Adorno, se convirtió en uno de los más destacados teóricos de la Escuela de Frankfurt.

Emigró de Alemania ese mismo año, yendo primero a Suiza y luego a los Estados Unidos, donde obtuvo la ciudadanía en 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos de los Estados Unidos (US Office of Strategic Services), precursora de la CIA, analizando informes de estrategia sobre Alemania (1942, 1945, 1951).

En 1952 inició una carrera magisterial como teórico político, primero en la Universidad de Columbia y en Harvard, luego en la Universidad de Brendeis desde 1958 hasta 1965, donde fue profesor de filosofía y política, y finalmente (ya jubilado), en la Universidad de California, San Diego. Trabajar como profesor en esta universidad le permitió introducirse en los debates sociopolíticos de la década de los sesenta, en los que se llegó a hablar de las 3M: Marx, Mao y Marcuse. Fue amigo y colaborador del sociólogo e historiador Barrington Moore Jr. y del filósofo político Robert Paul Wolff. En la época después de la guerra, fue el miembro más políticamente explícito e izquierdista de la Escuela de Frankfurt, debido a su dedicación a aplicar políticas de emancipación, como la liberación de la mujer o las ideologías juveniles a la primera Teoría Crítica (empieza a ser consciente de las principales limitaciones prácticas de la primera escuela de Frankfurt, y de la necesidad de perfilar las tesis sobre cultura y sociedad); esto, aún identificándose a sí mismo como marxista, socialista y hegeliano. Fue además un gran aporte teórico para la creación del movimiento Hippie.

Marcuse murió el 26 de julio del año 1979, después de haber sufrido una apoplejía durante una visita a Alemania. El teórico Jürgen Habermas, de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt, cuidó de él durante sus últimos días.

Obras principales:

• Acerca de los fundamentos filosoficos del concepto científico-económico del trabajo (1933)
• The Struggle Against Liberalism in the Totalitarian View of the State (1934)
• Razón y revolución (1941)
• Eros y Civilización (1955)
• El marxismo soviético (1958)
• El hombre unidimensional (1964)
• Tolerancia represiva (1965)
• El final de la Utopía (1968)
• La sociedad industrial y el Marxismo (1968)
• Un ensayo sobre la liberación (1969)
• Psicoanálisis y política (1969)
• Cultura y Sociedad (1970)
• Ética de la Revolución (1970)
• La Sociedad Opresora (1972)
• The Aesthetic Dimension (1978)
• La agresividad en la sociedad industrial avanzada. Y Otros Ensayos (1979)
• Introducción a la terminologia financiera (1988)
• Protosocialism and Latecapitalism. Toward a theoretical synthesis Based on Bahro's Analysis
• Perspectivas sobre comunicación y sociedad (2003)
• Acerca del carácter afirmativo de la cultura (1967) 1

Aportaciones:

Las críticas de Marcuse a la sociedad capitalista (especialmente en su síntesis de Marx y Freud, Eros y la civilización, publicado en 1955, y su libro El hombre uni-dimensional, publicado en 1964) resonaron con las preocupaciones del movimiento izquierdista estudiantil de los 60. Debido a su apertura a hablar en las protestas estudiantiles, Marcuse pronto vino a ser conocido como «El padre de la Nueva Izquierda» (término que él rechazaba).
La crítica fundamental que realiza Marcuse a la sociedad moderna, desarrollada en "El hombre unidimensional", es que el sujeto unidimensional es víctima de su propia impotencia y de la opresión continua de un método de dominación más complicado de lo que Adorno y Horkheimer imaginaron. Esta es la concepción del poder por la que Marcuse se considera como puente entre la primera y la segunda generación de la escuela de Frankfurt. Esta crítica implica que la sociedad moderna es capaz de asimilar cualquier forma de oposición que surja al interior de sí misma, y por tanto no existe ningún movimiento individual ni colectivo capaz de oponérsele o de socavar sus raíces socioeconómicas. Este hecho se contrasta fundamentalmente con el capitalismo temprano, en que el movimiento proletario era una fuerza con el potencial efectivo de derribar al régimen. El capitalismo avanzado que describe Marcuse, en cambio, ha generado a través de los estados de bienestar una mejora en el nivel de vida de los obreros, que es insignificante a nivel real, pero contundente en sus efectos: el movimiento proletario ha desaparecido, y aún los movimientos antisistémicos más emblemáticos, como el movimiento punk-anarquista o el movimiento bohemio han sido asimilados por la sociedad y orientados a operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos.
El motivo de esta asimilación, según Marcuse, consiste en que el contenido mismo de la conciencia humana ha sido fetichizado (en términos marxistas) y que las necesidades mismas que el hombre inmerso en esta sociedad reconoce, son necesidades ficticias, producidas por la sociedad industrial moderna, y orientadas a los fines del modelo. En este contexto, Marcuse distingue entre las necesidades reales (las que provienen de la naturaleza misma del hombre) y las necesidades ficticias (aquellas que provienen de la conciencia alienada, y son producidas por la sociedad industrial). La distinción entre ambos tipos de conciencia sólo puede ser juzgada por el mismo hombre, puesto que sus necesidades reales sólo él las conoce en su fuero más íntimo; sin embargo, como la misma conciencia está alienada, el hombre ya no puede realizar la distinción.
La principal necesidad real que Marcuse descubre es la libertad, entendida como el instinto libidinal no sublimado (en términos freudianos). Para Marcuse, lo que la sociedad industrial moderna ha hecho con el instinto libidinal del hombre es desublimarlo, y reducirlo al exclusivo ámbito de la genitalidad, cuando en realidad el cuerpo mismo del hombre es sólo ansia de libertad. La desublimación del instinto libidinal y su encasillamiento en su genitalidad permiten a la sociedad industrial moderna disponer del resto del cuerpo humano para la producción capitalista, así como de todas las energías de los hombres.
Lo que Marcuse quería destacar era una culturalización de la teoría de la felicidad de Freud: principio de realidad y principio de placer no tienen porqué ser opuestos si se consiguen revelar las causas de la infelicidad. Marcuse se opone a lo abstracto del pensamiento racionalista cartesiano, que entiende al individuo como sujeto ideal, descartando el valor de lo corporal y de lo erótico.Y precisamente estos dos factores son imprescindibles para analizar el paso del ser al deber ser en lo cotidiano del ser humano. Esto coloca a Marcuse en una posición de vitalismo integral, entendiéndolo como una actitud de liberación tanto individual como colectiva, sacar a la luz lo más alejado de las convenciones, entendido por Freud como el "ello".

Theodor Adorno

Adorno nació en una familia burguesa acomodada de Fráncfort del Meno (estado de Hesse). Su padre, Oscar Alexander Wiesengrund, era comerciante de vinos y su madre, Maria Calvelli-Adorno, era soprano lírica. Su madre y su hermana Agatha (una pianista de talento) se hicieron cargo de la formación musical de Adorno durante su infancia.
Asistió al Kaiser Wilhelm Gymnasium, donde destacó como excelente estudiante. Durante su juventud conoció a Sigfried Kracauer, con quien mantuvo una estrecha amistad, a pesar de que éste era catorce años mayor. Juntos leyeron la Crítica de la razón pura de Kant, experiencia que marcó a Adorno en su formación intelectual.
Hacia 1920 compuso sus primeras obras musicales. Se trata de música de cámara vanguardista, atonal. Después de graduarse con méritos en el Gymnasium, Adorno entró a la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Fráncfort del Meno, donde estudió filosofía, sociología, psicología y música. En 1924 obtuvo su título con una disertación sobre Edmund Husserl. Entre tanto, escribió varios ensayos de crítica musical. Por un tiempo, el joven Adorno consideró la posibilidad de dedicarse a la música como compositor y crítico. En 1925 viajó a Viena, donde estudió composición con Alban Berg, y frecuentó a otros dos compositores clave de la Segunda Escuela de Viena: Anton Webern y Arnold Schönberg. Las teorías de este último sobre la tonalidad libre fueron fundamentales en la formulación de la idea de la Nueva Música, que Adorno desarrolló en muchos de sus ensayos. En los ensayos sobre música, Adorno ligaba la forma musical con complejos conceptos filosóficos. Son obras de difícil lectura, muy exigentes en términos intelectuales. Las implicaciones conceptuales de la nueva música no eran compartidas por los protagonistas de la Escuela de Viena, razón por la cual Adorno decidió regresar a Fráncfort y abandonar su carrera musical.
En Viena, Adorno también conoció a otros intelectuales cuyos intereses no estaban necesariamente ligados a los círculos musicales. Asistió a las charlas de Karl Kraus, el famoso satirista vienés, y conoció a Georg Lukács, cuya Teoría de la novela había impactado a Adorno en la universidad. De vuelta en Fráncfort, trabajó en su tesis doctoral bajo la dirección de Hans Cornelius. Finalmente, en 1931 obtuvo su venia legendi (el diploma que lo acreditaba como profesor) con su trabajo Kierkegaard: Konstruktion des Ästhetischen'.
En 1933 se incorporó al Institut für Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social), adscrito a la Universidad de Fráncfort, de inspiración marxista, aunque pronto el régimen nacionalsocialista le retiró su venia legendi y tuvo que abandonar el país, huyendo del nazismo. Tras unos años en Oxford, en 1938 se decide a cruzar el Atlántico para instalarse en Nueva York, donde tenía su sede el Instituto de Investigación Social en el exilio. En 1941 se traslada a California para continuar trabajando en colaboración con otro miembro del Instituto, Max Horkheimer. Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos (1944-1947), será uno de los múltiples resultados de esta colaboración.

A finales de 1949 vuelve a Fráncfort y, con Max Horkheimer, inicia la reconstrucción del Institut für Sozialforschung.
La última década de su vida, la de 1960, la dedica a la dirección del Instituto, a sus clases en la Universidad de Fráncfort , a la publicación de sus obras de mayor extensión y a una intensa relación con los artistas más vanguardistas del momento: en literatura, Samuel Beckett; en música, John Cage, en cine, Antonioni(Adorno está presente, aunque no físicamente, en La notte). Al morir, Adorno trabajaba en su Teoría estética. Había realizado ya dos versiones e iba a realizar la última revisión del texto.
En los años sesenta, Adorno fue a la vez inspirador y crítico de los movimientos juveniles de protesta, que muchas veces encontraron inspiración en su particular visión del marxismo y del rechazo a la razón como fin último. Cuando tras los sucesos del 68 Adorno criticó el "accionismo" (el privilegio de la acción de protesta por sobre la argumentación crítica), fue objeto de distintas protestas estudiantiles, incluyendo la toma de su aula. Durante el verano de 1969 Adorno decidió tomarse unas vacaciones haciendo alpinismo en Suiza, donde padeció ataques de arritmia y palpitaciones. Ignorando el consejo de sus médicos, partió a una excursión de la que no se recuperó, y falleció a los pocos días, el 6 de agosto, debido a un infarto al corazón.

Obras principales:
• 1931: Kierkegaard: Konstruktion des Ästhetischen
1944-1947: Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos (Dialektik der Aufklärung. Philosophische Fragmente), junto a Max Horkheimer.
• 1951: Minima Moralia
• 1966: Dialéctica negativa (Negative Dialektik)
• 1970: Teoría estética (póstuma)

Aportaciones:

En 1949 regresó a Alemania con su colega Max Horkheimer. En ese año asumió el cargo de director del Instituto para la Investigación Social, que reconstruyó con Horkheimer. Revivieron la Escuela de Fráncfort de la Teoría crítica. Su filosofía continuó en la línea de un análisis del racionalismo como instrumento a la vez de libertad y de dominio, y de una crítica de la sociedad capitalista como restricción de las formas de pensamiento y acción. A este período corresponden su Dialéctica negativa (1966) y su obra póstuma Teoría estética (1970).
Entre sus contribuciones más destacadas a la filosofía, puede señalarse la ya mencionada Dialéctica de la Ilustración, en colaboración con Horkheimer, obra cuyo núcleo fundamental es la crítica al proyecto ilustrado concebido como dominio de la naturaleza. De acuerdo con dicha tesis, los excesos de la razón dominadora han acabado dado una prioridad absoluta a la razón instrumental, es decir, a una razón que se aplica a los medios (la tecnología, el entramado industrial, la sociedad administrada -verwaltete Welt-, etc), pero que ha perdido completamente de vista los fines esenciales que ha de perseguir el ser humano y a los cuales debería estar subordinada la tan ensalzada razón.
Otra de las obras fundamentales de Adorno es Dialéctica negativa, que puede considerarse el buque insignia de todo su proyecto filosófico. Lo que él propone como dialéctica negativa es una forma de dialéctica que trata de salirse del esquema hegeliano clásico, el esquema de diálogo entre opuestos que acaba en una síntesis reconciliadora, para hacer hincapié en aquellos aspectos negativos, en los flecos sueltos de la historia, en lo que no tiene nombre, en el desfavorecido... Con ello ya no estamos ante una dialéctica tradicional y hasta cierto punto neutra, sino que se apunta claramente hacia un lado determinado de la balanza; sobre todo, pretende desmarcarse de los planteamientos cerrados de la tesis y su antítesis, con lo cual, muy en la vía ya marcada por su colega Walter Benjamin se apela a un cierto nivel de trascendencia, que se sitúa en el margen de la cadena lógica de la dialéctica tradicionalmente considerada.

Max Horkheimer W.

Hijo de un fabricante judío, nació el 14 de febrero de 1895 en Stuttgart. Abandonó los estudios en 1911 para aprender un oficio y ayudar en la fábrica de su padre y participó en la I Guerra Mundial. Con la llegada del nazismo, debió huir a Nicaragua, donde siguió trabajando junto a otros pensadores de la Escuela de Frankfurt. Es uno de los padres de la llamada teoría crítica, que influida por las corrientes del marxismo occidental, elaboró una crítica de la cultura en el contexto del capitalismo tardío.
Su objetivo era crear una teoría de la sociedad que fuera emancipadora ya que Horkheimer –y los otros pensadores de esta corriente- pensaban que las ciencias sociales estaban dominadas crecientemente por la racionalidad instrumental, lo que les impedía ser un instrumento de liberación social. Para el autor, esto supone una crítica del positivismo ya que conlleva una aceptación de la facticidad que se cierra a cualquier posibilidad de transformación. Esta perspectiva fue aplicada a los estudios del totalitarismo, la familia, el mercado, etc. Horkheimer –junto a Adorno con quién escribió varios libros- se vio luego fuertemente influido por el psicoanálisis y las teorías de Max Weber, lo que le llevó a una crítica de la agresividad y la racionalización en la vida moderna. Actualmente es considerado uno de los más importantes pensadores del siglo XX. Sus principales textos son Dialéctica de la Ilustración, Fragmentos filosóficos (escrito junto a Adorno) y Crítica de la razón instrumental.
Horkheimer fue nombrado director del Instituto de Estudios Sociales de Frankfurt en el año 1929.
El Instituto se había fundado a principios de la década de los 20, en plena república de Weimar y en medio de una situación política agitada, pretendiendo ser el portavoz intelectual de los partidarios de la revolución social. El discurso inaugural, pronunciado por su primer director, Karl Grumberg, es en este sentido paradigmático. Los acontecimientos posteriores (burocratización soviética, nazismo alemán, control cultural occidental, etc.) van a hacer que este planteamiento revolucionario inicial derive hacia posiciones críticas del entorno social pero sin compromisos con ningún ideal social específico.
El apartidismo radical de los miembros del grupo durante su exilio americano y a su regreso a Alemania, son una buena muestra de ello, con la excepción quizá de Marcuse.
Esta crítica social se manifestará de diversas formas, según el pensamiento y las inquietudes de cada uno de sus miembros más destacados, pero que tiene algunos trazos que les son comunes:
1) La necesidad de una estrecha vinculación entre filosofía y ciencia.
2) Una perspectiva optimista de la sociedad humana, presumiendo en ella las potencialidades de desarrollar una sociedad más armoniosa.
3) La asunción de una orientación marxista aunque profundamente crítica con el marxismo ortodoxo.
4) El rechazo de la objetividad y neutralidad de las ciencias sociales ya que están estrechamente vinculadas con los procesos sociales, históricos, económicos y culturales. En consecuencia la imposibilidad de una ciencia social exenta de valores.
5) La preocupación por el tipo de relación con la naturaleza y el desarrollo acrítico de la tecnología.
En los escritos de Horkheimer de principios de los años treinta (que se nos han propuesto como lectura) podemos encontrar, aunque sólo apuntados, todos y cada uno de los trazos señalados. Su concreción definitiva se realizará en obras posteriores como "Teoría Tradicional y Teoría Crítica" (1937) o "Dialéctica de la Ilustración" (1944/1947, escrito conjuntamente con Adorno).
Efectivamente, Horkheimer defiende, a lo largo de ambos escritos, su visión materialista y dialéctica del mundo, y por tanto contingente, fruto de la sociedad que la ha visto nacer. Ello conlleva el rechazo de todo absoluto incondicionado; pero, para evitar el más puro relativismo, el deber del filósofo será comprender la moral a partir de las condiciones de su surgimiento y desaparición. En el presente trabajo vamos a intentar mostrar cómo Horkheimer esboza en estos escritos los puntos relacionados, con algunas referencias también a la "Dialéctica de la Ilustración" del que es autor el propio Horkheimer juntamente con Theodor Adorno.

Obras principales:

• Crítica de la razón instrumental, Ed. Sur
• Sobre el concepto del hombre y otros ensayos, Ed. Sur/Alfa
• Teoría tradicional y teoría crítica

Aportaciones:

1) La vinculación de filosofía y ciencia.
La necesidad de la unión entre filosofía y ciencia está claramente expresada en el primero de los escritos: "El materialismo exige la unión de la filosofía y la ciencia". Pero el significado de esta unión es precisamente la negación de la absolutización de los contenidos del saber y tomar consciencia de la temporalidad y contingencia de los mismos, entendiéndolos, no como un producto arbitrario, sino como la representación de determinados hombres en determinadas circunstancias. Por ello, todo conocimiento lleva el sello imborrable de su procedencia subjetiva.
De esta manera son rechazadas todas las metafísicas idealistas que afirman la autonomía del conocimiento, del saber acerca del todo; pero también se rechazan otras posiciones sensualistas procedentes del positivismo, aunque reconoce que son más imparciales y tolerantes que sus adversarias. Desde este punto de vista puede criticar el empiriocriticismo de Mach, muy en voga en la Alemania de principios de siglo y que será uno de los fundamentos de la filosofía de la ciencia del círculo de Viena (Carnap), que supone un sujeto independiente del tiempo y concibe la ciencia como simple proceso de acumulación de conocimientos. Lo que separa a Horkheimer de los positivistas son precisamente las tesis metafísicas implícitas en sus planteamientos: la invariabilidad de las leyes naturales, la posibilidad de un sistema cerrado… En fin, la férrea línea de demarcación que establecen entre las apariencias (de las que se ocupa la ciencia) y lo esencial (que se reserva a la filosofía especulativa). Horkheimer explica la ciencia como un proceso dialéctico mediante el que se forman los conceptos de los objetos con la aportación del sujeto. Y los tres polos de este proceso (concepto, objeto y sujeto) se hallan en tensión permanente. La tensión entre concepto y objeto nos brinda una "autoprotección crítica frente a la creencia en la infinitud del espíritu" y nos aleja de toda metafísica. La tensión entre concepto y sujeto es la que posibilita el avance científico y podemos compartir con el positivismo. La tensión entre sujeto y objeto nos impide "hacer coincidir absolutamente el saber con el objeto, como no sea en la sensación conceptual".
Esta contradicción. presente en toda la Ilustración desde Descartes (res cogitans y res extensa), es la que se expresa en las relaciones entre el hombre y la naturaleza, la que nos separa del positivismo y que es el germen de la propia autodestrucción de la Ilustración como defenderá en "Dialéctica de la Ilustración". Resulta pues claro que, bajo esta concepción, las únicas orientaciones para la acción que podemos obtener proceden de esta unión entre ciencia y filosofía. Porque al materialismo "no le importa la concepción del mundo o del alma humana, sino el cambio de las relaciones determinadas bajo las que los hombres sufren y su alma se atrofia". Y la ciencia pura nada puede decirnos al respecto.
2) La perspectiva optimista.
Horkheimer no deja de señalar una y otra vez que la razón instrumental ha propiciado un desarrollo económico que posibilitaría una vida mejor para el conjunto humano si las condiciones sociales fueran otras. Por ello, es indispensable que la reflexión filosófica tenga una dimensión emancipatoria de la que carece la pura razón instrumental. El mensaje de Horkheimer en este sentido es que esta dimensión es posible. La base de dicho convencimiento radica en que "las aspiraciones de los hombres a la felicidad han de ser reconocidas como un hecho natural que no necesita de ninguna justificación". Y, si esta sociedad ha conseguido que se les cierre el paso a la misma a un creciente número de individuos, surge con mayor fuerza la idea de una realidad mejor.
Es esta transición posible, la que debe ser objeto de la teoría y la praxis actual; pero no con un sentido ahistórico ya que los ideales de hoy, al materializarse en el futuro, se convertirán en nuevas realidades sociales que será preciso criticar y superar nuevamente. "De ahí que la historia misma no haya dejado de ser hasta ahora una síntesis de luchas". Si bien es cierto, como señalará en "Dialéctica de la Ilustración", que el proyecto racionalizador ilustrado ha posibilitado el proceso de alienación y reificación que, a su vez, ha terminado con el ‘sentido’ de los hechos, no deja de aclarar que sólo mediante una radicalización de los objetivos ilustrados es cómo puede superarse el proceso.
La moral, pues, va a jugar un papel fundamental en esta concepción optimista del género humano.
Pero no una moral basada en principios reguladores autónomos, sino una moral que exige explicaciones de toda miseria humana. "Nunca estuvo la pobreza de los hombres en una contradicción tan flagrante con su posible riqueza como en estas generaciones, donde los niños se mueren de hambre mientras las manos de los padres tornean bombas". Los hombres ya no son sujetos de su destino sino resortes de un sistema que no controlan y frente a esta situación sólo pueden responder con la compasión o con la política. Con la primera pueden combatir conjuntamente sus propios dolores y les conduce por tanto a la solidaridad. Con la segunda buscan la felicidad de todos los hombres y les conduce a la justicia y la igualdad. Compasión y política son, así, sentimientos con atributos ‘racionales’ que se hierguen como los principales mediadores entre lo particular y lo universal y como anticipación de un comportamiento liberado de toda opresión y degradación de la dignidad individual.
3) La orientación marxista.
Es muy visible en el vocabulario utilizado, sobre todo en estos primeros escritos. En "Dialéctica de la Ilustración" empezará a haber sustituciones de vocablos (obrero por proletario, empresario por capitalista, etc.) que significan más una separación de la versión estalinista del marxismo que de éste propiamente dicho. También es evidente que el marco conceptual de ambos escritos es marxista aunque conviene hacer algunas matizaciones. Para Horkheimer los procesos sociales son siempre históricos y, como tales, superables; Horkheimer no cree en la consecución de una sociedad comunista que acabe con todas las contradicciones. Tal como dice el propio Horkheimer parafraseando a Dilthey: "el materialismo renuncia a integrar , como lo hace la historia del espíritu".
Otro aspecto en el que se nota un cierto alejamiento de Marx, es en el tratamiento de lo éste llamaría superestructura. Aún reconociendo que el derecho, la política, la moral… son construcciones sociales de un momento histórico concreto, no se dice a lo largo del texto que sean fruto de la estructura económica y justificadores de la misma como había afirmado Marx.
Diríase que en Horkheimer el individuo, que había sido disuelto por Marx en el todo social de forma implacable, vuelve a adquirir una cierta relevancia.
4) La neutralidad de la ciencia.
Fue Max Weber quien impuso la idea de la ciencia libre de juicios de valor como paradigma de la objetividad, estableciendo con ello dos esferas disjuntas: la de los hechos (objetivos, medibles, perceptibles) y la de los valores (subjetivos, culturales, libres). Contra esta concepción, bien arraigada, se rebela Horkheimer afirmando que si la ciencia no incorpora un momento de subjetividad, lo que probablemente esté haciendo es incorporar acríticamente los valores dominantes. Aún reconociendo la verdad como condición necesaria (aunque no suficiente) de la verdadera ciencia, Horkheimer destaca que los intereses también determinan la investigación, aunque su autor no los reconozca. Todo método, todo objetivo científico, está condicionado por factores históricos y es ilusorio pensar que se puede prescindir de ellos.
Lo más adecuado es asumir que en la ciencia confluyen momentos objetivos y subjetivos y que esta teoría, preñada de valores, logra una "estructura epistemológica global, que da sentido a toda la descripción y a la que a su vez debe servir".
Esta teoría crítica, que más adelante caracterizará su obra, pone en cuestión tanto la lógica formal por su carencia de elementos sustantivos como la fenomenología por su pretensión de búsqueda de esencias eternas mediante la reducción. Los hechos desnudos no son suficientes para edificarla, pero no podemos hacerla sin ponerlos en la base de todo conocimiento. Y con ello, desembocamos nuevamente en la moral porque, en definitiva, cuando hablamos de valores morales, estamos hablando de necesidades y deseos, de intereses y pasiones humanas que son fruto de un momento social concreto y que no podemos referir a un reino de valores eternos como pretendía Kant. Cuando con la teoría crítica se consiga la articulación del conocimiento físico y social con los verdaderos valores emancipadores, se habrá empezado a poner fin a las contradicciones sociales que impiden la transformación social necesaria para acabar con la miseria de los desfavorecidos. Y cuando Horkheimer se refiere a estos valores emancipadores no los hipostatiza, sino que, como buen marxiano, se ciñe al análisis concreto de la situación concreta.
No podemos definir qué son la libertad, la igualdad o la justicia (los tres grandes ideales ilustrados que no han perdido vigencia), pero no es difícil percibir las situaciones que adolecen de opresión, desigualdad o injusticia. Y si la teoría no encierra una voluntad superadora de las mismas ¿qué utilidad tiene? Los materialistas, pues, exigen a la teoría esta articulación de conocimiento objetivo y valores morales otorgándole "a la teoría una significación decisiva, opuesta a la mera recolección de hechos".
5) La relación con la naturaleza.
Será el gran tema de la "Dialéctica de la Ilustración" cuya tesis central viene a ser que la Ilustración nace con el signo del dominio, con el afán del hombre de dominar la naturaleza y este signo, que se quería liberador, está en la base del proceso de alienación. Hemos pasado del ideal de saber contemplativo de los griegos, al conocimiento como medio de dominar y explotar los recursos naturales; pero finalmente, el hombre ha sido considerado como un recurso natural más. Pero hay que ser precavidos: la superación de la perversión original de la Ilustración sólo es posible a través de la propia Ilustración. Adorno propondrá superar la enfermedad de la razón a través de la propia enfermedad. Estas ideas, que son centrales en el pensamiento de Horkheimer, ya están esbozadas en el segundo de los escritos analizados en el que se realiza una amplia crítica del pensamiento moral de Kant, cuyo idealismo individualista le hace incapaz de ver la contradicción entre el subjetivismo de la acción y sus efectos objetivos, llegando a la afirmación de que la confusión entre fantasía y realidad convierte a la filosofía idealista en pura magia. Para Horkheimer el error básico de Kant es considerar que existe una coincidencia básica de los intereses de todos los individuos de tal forma que puede suponer que el bienestar común surge, sin fricciones, de personas autónomas que actúan y deciden individualmente. Pero esta consideración es falsa. Las diferencias en los intereses de los individuos son insalvables por su posición relativa dentro del engranaje económico que les enfrenta en antagonismos irreconciliables. Sólo cuando estas formas económicas antagónicas, cuya introducción significó en su momento un progreso extraordinario, sean sustituidas por otras formas de vida social en las que prime la necesidad racional en favor del interés general, será posible esta coincidencia de los intereses individuales. Mientras tanto el ideal kantiano no puede tacharse sino de utopía.
El análisis de la posición del individuo en el proceso laboral (recordemos la centralidad del concepto de trabajo en Marx) no deja lugar a dudas: ningún individuo controla el efecto de su trabajo sobre la felicidad o miseria de los demás. La solución propuesta por Horkheimer en ese momento, "la inclusión planificada de cada miembro en el proceso laboral, dirigido conscientemente", tiene hoy un indudable regusto prosoviético y posiblemente no sería suscrita por el Horkheimer de años posteriores pero en los momentos en que escribe las líneas comentadas, todavía no se han destapado las miserias burocráticas del estalinismo.
Conclusión.
Horkheimer escribe los artículos comentados en el año 1933, un año después del ascenso al poder de Hitler y el mismo año del cierre del Instituto de Ciencias Sociales en Frankfurt por las presiones nazis. En ellos se vislumbran muchos de los temas que serán centrales en su obra posterior y en la de la Escuela de Franckfourt en general. Horkheimer, defiende el materialismo mediante la reivindicación de una nueva racionalidad, no meramente instrumental, en la que pueda fundamentarse una moral que si bien no dependerá de esencias absolutas, será al menos suficiente para perseguir unos ideales emancipadores.
Está definiendo con ello una ética ‘negativa’: no podemos establecer qué cosa sea lo bueno, pero sí podemos detectar lo malo e intentar erradicarlo. Mediante esta sistemática podremos, en sucesivos avances, irnos acercando a lo bueno. La dimensión histórica de su pensamiento es básica y aunque no rechaza la idea de saltos hacia atrás (cómo no, en la situación política de la Alemania del 1933) mantiene el convencimiento en la posibilidad de dichos avances. Frente a las corrientes filosóficas más en boga en la época (neopositivismo y filosofía analítica) defenderá la necesidad de integrar ciencia y filosofía, ya que no es posible defender la eficacia de los medios para lograr un fin sin cuestionarse sobre la adecuación del propio fin a las verdaderas necesidades humanas. Y, por ello, criticará como insuficiente la lógica formal implícita en aquéllas ya que no se interroga sobre los verdaderos anhelos de la humanidad. Horkheimer busca la racionalidad de los fines últimos en los propios ideales ilustrados (libertad, igualdad y justicia) como si de una nueva ética material se tratase en pos de una objetividad irremisiblemente perdida.
Al propio tiempo es plenamente consciente de la contradicción latente en los ideales ilustrados que desencadenan el proceso de alienación. Y con ello entra en un callejón sin salida que paralizará su pensamiento: no hay escritos notables de nuestro autor posteriores a la "Dialéctica de la Ilustración". Será la segunda generación de la Escuela de Frankfurt (Habermas a la cabeza) quien, reconociendo la imposibilidad de la objetividad en materia de fines últimos, reconocerá como mínimo la posibilidad de la intersubjetividad y abrirá el camino hacia una nueva utopía: la comunidad ideal de comunicación.

Jürgen Habermas


Jürgen Habermas es considerado uno de los filósofos contemporáneos más destacados de Alemania. Representa al intelectual crítico, comprometido con los debates sociales y políticos. En vísperas de cumplir 80 años publicamos a continuación una breve cronología de su vida en la que se marcan los hitos más importantes de este heredero de la Escuela de Frankfurt y de la modernidad:

1929: Habermas nace el 18 de junio en Düsseldorf y crece en Gummersbach, cerca de Colonia. Es el segundo de los tres hijos del director de la cámara de industria y comercio local, Ernst Habermas.

1943-1945: Para poder eludir el servicio en las Juventudes Hitlerianas se forma como asistente de enfermería en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. A fines de 1944 es movilizado como tal hacia el frente de combate occidental.

1949-1954: Tras completar el bachillerato estudia Filosofía, Historia, Psicología, Literatura Alemana y Economía en Gotinga, Zúrich y Bonn. Su trabajo de tesis en Bonn, "Lo absoluto y la historia. La ambivalencia en el pensamiento de Schelling", es una investigación sobre el gran filósofo idealista.

1954-1956: Trabaja como periodista independiente para distintos periódicos, entre ellos el Frankfurter Allgemeine, el Merkur, y los Frankfurter Hefte. En 1955 se casa con Ute Wesselhoeft, con quien tiene tres hijos.

1956-1959: Habermas es asistente de Theodor W. Adorno en el Instituto de Investigación Social de Fránfort, dirigido por Max Horkheimer y el mismo Adorno. Horkheimer exige a fines de 1958 el despido de Habermas, por haberse pronunciado contra el rearme nuclear. Antes de que se adopte la medida, decide trasladarse a Marburgo.

1959-1961: Con el apoyo de una beca logra en 1961 la habilitación en Ciencia Política en la Universidad de Marburgo, bajo la supervisión del jurista y politólogo Wofgang Abendroth con un trabajo titulado "La transformación estructural en la esfera pública".

1961-1964: Docente en la Universidad de Heidelberg.

1964-1971: Asume la cátedra doble de Filosofía y Sociología en la Universidad de Fráncfort como sucesor de Horkheimer. Impulsa con vehemencia una reforma educativa e influye de forma decisiva en el movimiento estudiantil para acuñar la posición de la izquierda "constitucionalista". Este proceso lo lleva a un paulatino distanciamiento de los grupos estudiantiles más radicalizados.

1971-1983: Dirige junto a Carl Friedrich von Weizsäcker el recién creado Instituto Max Planck para la investigación de las condiciones de vida en el mundo técnico-científico, en Starnberg, así como la institución sucesora dedicada a las ciencias sociales.

1980: Habermas recibe el Premio Adorno de la ciudad de Fráncfort. Le siguen numerosas distinciones en Alemania y en otros países.

1983: Asume la cátedra de "Filosofía con Acento en la Filosofía Social" en la Universidad de Fráncfort. Previamente ya ocupaba una cátedra honorífica de Filosofía. Paralelamente se suceden las invitaciones de otras universidades e institutos de investigación de Europa y Estados Unidos.

1986: Habermas desencadena un debate que trasciende internacionalmente, la denominada disputa de los historiadores. Critica a Ernst Nolte y otros historiadores la relativización de los crímenes nazis. Nolte había establecido paralelismos entre el "genocidio racial" de los nacionalsocialistas con el "genocidio clasista" del stalinismo.

1994: Tras su retiro, vuelve a trasladarse a Starnberg, donde vive hasta hoy.

2001: Habermas recibe el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes por haber "acompañado el desarrollo de la República Federal de Alemania tanto críticamente como con su propio compromiso", según el dictamen del jurado.

2003: Recibe el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. El jurado caracterizó a Habermas como "un clásico de las ciencias sociales y la filosofía, ejemplo de saber humanista y cosmopolita y, por ello, una cumbre del pensamiento de nuestro tiempo".

2004: Es galardonado por su trayectoria con el Premio Kyoto en el rubro arte y filosofía.
Hoy en día Jürgen Habermas tiene una edad de 80 años


Obras principales:

• 1962: Historia y crítica de la opinión pública. Gustavo Gili. ISBN 978-84-252-2015-9
• 1963: Teoría y práctica; Teoría y praxis. Estudios de filosofía social. Tecnos. ISBN 978-84-309-1423-4
• 1968: Conocimiento e interés, Ciencia y técnica como ideología. Tecnos. ISBN 978-84-309-4520-7
• 1973: Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Cátedra. ISBN 978-84-376-1753-4
• 1981: Teoría de la acción comunicativa: I. Racionalidad de la acción y racionalidad social, II. Crítica de la razón funcionalista. Taurus.
• 1997: Más allá del Estado nacional. Trotta, 4ª edición 2008. ISBN 978-84-8164-144-8
• 2001: El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal? Paidós. ISBN 978-84-493-1249-6
• 2006: Entre naturalismo y religión. Paidós. ISBN 978-84-493-1941-9
• 2006: El Occidente escindido. Pequeños escritos políticos. Trotta. ISBN 978-84-8164-823-2
• 2008: Conciencia moral y acción comunicativa. Trotta. ISBN 978-84-8164-993-2

Aportaciones:


Su Teoría de la Acción Comunicativa es para muchos una de las mayores aportaciones a la ética de la segunda mitad del siglo XX, y sigue siendo todavía objeto de controversias y encendidos debates. La presencia de Habermas en muchos de los problemas a los que ha tenido que enfrentarse la civilización occidental (problemas sociales, políticos, y económicos, pero también discusiones sobre las últimas técnicas genéticas) es un claro símbolo de la fertilidad de los planteamientos de la Escuela de Frankfurt. Por otro lado, las reflexiones actuales de la misma siguen manteniendo, pese al paso del tiempo y la correspondiente evolución, el mismo espíritu crítico que siempre caracterizó a los autores de la Escuela.

Antecedentes neomarxistas

El Neomarxismo, si se puede llamar así, derivó del desmembramiento de la URSS, de un proceso de destrucción aplicado a uno de los ensayos marxistas más trascendentales. Su último vestigio en funciones lo representa Cuba y su curiosa revolución "involutiva".

El estancamiento de la economía cubana es atribuido al sabotaje económico capitalista emanado de EE UU, y sólo la inquebrantable resistencia profideliana explica cómo después de 60 años Cuba sigue sin terminar de echar hacia adelante.

Efectivamente, más allá de una alfabetización general y de unos indiscutibles méritos sanitarios y antidelictivos, el pueblo cubano lleva 6 décadas sumido en niveles de consumo nada envidiables. Su ejemplo contradice la idea marxista de la revolución del sistema capitalista para evolucionar a un estado de bienestar superior y de mayor alcance popular.

La ortodoxia marxista, el Marxismo, nos habla de la destrucción del sistema capitalista por inercia o violentamente, pero en ambos casos se prevé un salto cualitativo en cuanto al bienestar social. Así fue como del régimen esclavista se pasó al feudal, y cómo de este al capitalista. De Perogrullo carece de sentido alguno renunciar a un sistema para volver a fases ya superadas en materia de alimentación, de PTB.

Como sabemos, a la caída del muro de Berlín sucedió el definitivo cierre del sistema soviético. Las economías de los ex miembros de la URRS adoptaron las prácticas burguesas, y paralelamente, ante el fracaso de ese ensayo socialista, los izquierdistas del mundo quedaron sin parlamento, sin teoría
y sin apoyo ideológico.

Fue entonces cuando la estrategia de dominación burguesa y derechista cambia inversamente su ataque a los vestigios marxistas. Recordemos que las protestas y literatura comunistas fueron perseguidas durante más de 40 años, y desaparecidos los principales líderes políticos anticapitalistas.
De hace unos tres lustros para acá, el Imperio cambia su antimarxista. Por ejemplo, ahora la literatura comunista se emite y divulga libremente, podríamos decir que hasta se prostituye a punta de su abundancia. Casi todo lo escritores y novelistas empiezan a hablar sin precaución de las bondades del socialismo postsoviético.

Todo ese movimiento de restauración prosocialista prende a finales del siglo pasado en una Venezuela asqueada de tanta mentira socialdemocrática burguesa. Fue así como nació la idea de un supuesto neosocialismo, conocido como Socialismo Bolivariano o Socialismo del Siglo XXI, ahora suramericano y caribeño, toda una caricatura mal hecha del verdadero Socialismo ortodoxo y marxista. A este movimiento en pleno proceso de avance y desarrollo damos en llamarlo Neomarxismo.

El Neomarxismo

La palabra “neomarxismo” esta conformada de 2 vocablos, de neo que significa nuevo o reciente y marxismo cuya filosofía se basa en el materialismo .Esta fue una disciplina del siglo XX en la que la mayoría de los neomarxistas como Herbert Marcus, Wiesengrund Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Jürgen Habermas, Oskar Negt y Hermann Schweppenhäuser, Theodor Adorno, Erich Fromm entre otros cuyos cuales fueron sociólogos y psicólogos que basa en los primeros escritos de Karl Marx quien antes se enfocaba determinismo económico, más adelante, prefirió enfocarse en una revolución psicológica, más cultural que política.


El neomarxismo se subdivide en las siguientes ramas:

• El marxismo hegeliano

Esta es una rama del neo marxismo donde se enlaza la corriente marxista con la corriente hegeliana y la marxista de forma contradictoria. Marx señalaba que hay en el mundo humano un elemento desajustado que carente de armonía en relación a la totalidad que no es otra cosa que una señal que indica que todavía no se ha alcanzado racionalidad esta contradicción señalada por Marx en el sistema hegeliano se materializa en la existencia del proletariado. La presencia del proletariado contradice la supuesta realidad de la razón, porque la existenia de una clase social entera representa la negación de la razón, Hegel afirmaba que la propiedad es la manifestación exterior de la persona libre, pero el proletariado es la clase totalmente carece de toda propiedad (entonces, no es libre ni es persona)

Resulta que el hombre solo se siente obrando libremente en sus funciones animales, en el comer, beber y engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación, y en cambio en sus funciones humanas se siente sólo como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal, Marx observaba que la realidad sociopolítica está llena de contradicciones que no han sido resueltas, negando así la misma idea filosófica. Marx, postula la necesidad de llevar a cabo la coincidencia entre los hechos y la razón, pero ya no en el plano abstracto de los desarrollos teórico sino el plano social y político.

• El marxismo analítico



Esta es una corriente de pensamiento marxista que surge entre los filósofos y científicos sociales de habla inglesa durante la década de 1980. El marxismo analítico está fundamentalmente asociado a los académicos del llamado grupo de septiembre, así llamados dado que se reunían para discutir asuntos comunes cada dos años en el mes de septiembre. Los miembros del grupo se consideraban pertenecientes y se caracterizaban, en palabras de David Miller, por un pensamiento claro y riguroso acerca que las cuestiones que habitualmente se encuentran ocultas por una niebla ideológica y por otro rasgo significativo, la aplicación de un análisis riguroso de la temática tradicional del marxismo pero suprimiendo categorías filosóficas imposibles de comprobar empíricamente, así como descartando la filosofía de tipo más metafísico y hegeliano presente en Karl Marx.

• El marxismo estructural



Estaba un acercamiento a Filosofía marxista basado encendido structuralism, asociado sobre todo al trabajo del filósofo francés Louis Althusser y sus estudiantes. Era influyente en Francia durante los últimos años 60 y años 70, y también vino influenciar a filósofos, a teóricos políticos y a los sociólogos fuera de Francia durante los años 70. Otro autor del marxismo estructural era el sociólogo Nicos Poulantzas.
El neomarxismo
La palabra “neomarxismo” esta conformada de 2 vocablos, de neo que significa nuevo o reciente y marxismo cuya filosofía se basa en el materialismo .Esta fue una disciplina del siglo XX en la que la mayoría de los neomarxistas como Herbert Marcus. Wiesengrund Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Jürgen Habermas, Oskar Negt y Hermann Schweppenhäuser, entre otros cuyos cuales fueron sociólogos y psicólogos que basa en los primeros escritos de Karl Marx quien antes se enfocaba determinismo económico, más adelante, prefirió enfocarse en una revolución psicológica, más cultural que política.
El neomarxismo se subdivide en las siguientes ramas:

• El marxismo hegeliano

Esta es una rama del neo marxismo donde se enlaza la corriente marxista con la corriente hegeliana y la marxista de forma contradictoria. Marx señalaba que hay en el mundo humano un elemento desajustado que carente de armonía en relación a la totalidad que no es otra cosa que una señal que indica que todavía no se ha alcanzado racionalidad esta contradicción señalada por Marx en el sistema hegeliano se materializa en la existencia del proletariado. La presencia del proletariado contradice la supuesta realidad de la razón, porque la existenia de una clase social entera representa la negación de la razón, Hegel afirmaba que la propiedad es la manifestación exterior de la persona libre, pero el proletariado es la clase totalmente carece de toda propiedad (entonces, no es libre ni es persona)

Resulta que el hombre solo se siente obrando libremente en sus funciones animales, en el comer, beber y engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación, y en cambio en sus funciones humanas se siente sólo como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal, Marx observaba que la realidad sociopolítica está llena de contradicciones que no han sido resueltas, negando así la misma idea filosófica. Marx, postula la necesidad de llevar a cabo la coincidencia entre los hechos y la razón, pero ya no en el plano abstracto de los desarrollos teórico sino el plano social y político.

• El marxismo analítico



Esta es una corriente de pensamiento marxista que surge entre los filósofos y científicos sociales de habla inglesa durante la década de 1980. El marxismo analítico está fundamentalmente asociado a los académicos del llamado grupo de septiembre, así llamados dado que se reunían para discutir asuntos comunes cada dos años en el mes de septiembre. Los miembros del grupo se consideraban pertenecientes y se caracterizaban, en palabras de David Miller, por un pensamiento claro y riguroso acerca que las cuestiones que habitualmente se encuentran ocultas por una niebla ideológica y por otro rasgo significativo, la aplicación de un análisis riguroso de la temática tradicional del marxismo pero suprimiendo categorías filosóficas imposibles de comprobar empíricamente, así como descartando la filosofía de tipo más metafísico y hegeliano presente en Karl Marx.

• El marxismo estructural



Estaba un acercamiento a Filosofía marxista basado encendido structuralism, asociado sobre todo al trabajo del filósofo francés Louis Althusser y sus estudiantes. Era influyente en Francia durante los últimos años 60 y años 70, y también vino influenciar a filósofos, a teóricos políticos y a los sociólogos fuera de Francia durante los años 70. Otro autor del marxismo estructural era el sociólogo Nicos Poulantzas.